martes, 13 de julio de 2010

Fallo contra médicos
La opinión de la Lista Renovación Gremial del Hospital Durand


El Caso MOTTA, tal como se lo conoce al procesamiento de tres médicos del Hospital General de Agudos Santojanni de la Ciudad de Buenos Aires, es un caso grave que sienta jurisprudencia.

Paradójicamente la comunidad médica que proclama como pilares estratégicos en la salud de la población el diagnóstico temprano y el tratamiento oportuno para prevenir y/o atenuar la gravedad de la enfermedad, ha desatendido los signos y síntomas que tempranamente le indican que algo grave subyace por debajo de nuestra actividad médica cotidiana.

El deterioro en la formación médica, el abandono edilicio, el fraccionamiento gremial, la ausencia de una política eficiente de Recursos Humanos, la falta de nombramientos, el incesante mensaje de desprestigio hacia los profesionales de la salud y hacia la salud pública misma, la sobrecarga de trabajo, la obsolescencia del equipamiento médico, la constante, creciente e impune agresión a los trabajadores de la salud por parte de los pacientes y/o sus familiares, la escasez de insumos y tantos otros, son signos y síntomas de que algo o todo no funciona bien en el ejercicio de nuestra labor médica.

Es justo reconocer que hemos desatendido, por omisión o negligencia estos ultrajes a los que fuimos y somos sometidos.

Pero es justo también decir que esa desatención en muchos casos se debe a la necesidad y el deseo de honrar nuestro compromiso ético y moral de acompañar y atender al que sufre, aun a costas de soslayar nuestros derechos y necesidades.

Para entender este insólito e inédito fenómeno que se expresa a través del fallo de la Cámara del Crimen debemos analizar algunas cuestiones sustanciales.

En primer lugar la cuestión macro estructural de orden político y social, constituida por un manejo economicista de la salud, en donde las decisiones de la política de salud salen del ministerio de economía del Gobierno de la Ciudad (para quien la atención de la salud de la población es un gasto). Esa política lleva al colapso del sistema que se expresa en el aumento de la mortalidad infantil, deficiente calidad de prestaciones y que claramente se evidencia como único responsable de la falta de personal idóneo para cubrir las guardias hospitalarias. Por otra parte una concepción social (al menos en una parte de la sociedad y propiciada por el mismo gobierno) de que “el hospital público es para los pobres, está sobre dimensionado en estructura y personal y además gasta su dinero en la atención de pacientes del conurbano.” Sin embargo, como todos sabemos, a nuestras guardias llegan ante la urgencia pacientes de todos los niveles sociales y económicos incluidos los hijos de los jueces y políticos aunque no vivan en esta Ciudad y que también reciben atención médica.

La segunda cuestión meso estructural es de orden institucional, donde todos los estamentos intermedios de gestión y representación por diversos y, en algunos casos, oscuros motivos han claudicado en el ejercicio real de su función y han antepuesto cuestiones sectoriales por sobre las del conjunto. Así la resolución de la problemática hospitalaria compleja y grave se limitó 1) al mero trámite administrativo de informar a la superioridad, y 2) a la mezquina acción gremial o societaria de privilegiar beneficios sectoriales por sobre los de la comunidad médica.

La tercera cuestión es micro estructural y está relacionada a la actitud que adoptan los individuos y/o grupos de trabajo médico en cuanto a su compromiso personal con el digno ejercicio de su labor. No ya desde el aspecto relación médico-paciente, sino en relación a condiciones de trabajo, reivindicación salarial, compromiso solidario con sus compañeros y actitud proactiva en defensa de sus derechos.

Estas tres cuestiones convergen, desde hace tiempo, para la formación del campo propicio en donde las arbitrariedades e injusticias, en este caso del poder judicial, puedan tener entidad. No se trata de un fallo, sobre un acto médico, sino de un fallo sobre una carencia estructural, que es la desatención de los RRHH en Salud. De la “omisión” de una necesidad, desatendida desde hace mucho tiempo, y que adquiere resonancia con la muerte y con este fallo judicial.

Claramente este fallo, de sostenerse, marca un quiebre histórico en la labor médica, no sólo en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires sino en todo el territorio de nuestro país.

Los trabajadores de la salud nos debemos un profundo debate, los médicos en especial nos debemos, hacia futuro, un proyecto de reivindicación y desarrollo profesional de carácter ético, digno y solidario.

Hagamos a través de nuestras representaciones gremiales un firme reclamo hacia las autoridades, una persistente campaña de esclarecimiento en la opinión pública, y una clara difusión de esta problemática entre nuestros colegas intentando formar una masa crítica que acompañe activamente nuestros reclamos.
Solo así podremos torcer el rumbo de los acontecimientos.

Gracias a los colegas del Hospital Durand.